San Juan de la Peña, el surgimiento de un reino

Situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón, fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media.

Por Gabriel Martínez Rivas | Editor Rincones

El deshielo de las altas montañas nevadas comienza a notarse en los caudalosos ríos que corren en los valles de Aragón. Hermosas cascadas y riachuelos avanzan ente prados amarillos primaverales y tupidos bosques pináceos. El clima es fresco y bajo el brillante sol nos trasladamos hacia el milenario Real Monasterio de San Juan de la Peña, situado a 1.115 metros de altitud en la comarca de la Jacetania, Huesca.

Son muchas las leyendas y mitos que acompañan los orígenes del monasterio. Según la más popular, en un principio un ermitaño habitaba en la cueva, en su interior hizo un altar a San Juan, ahí murió y ahí fue enterrado; con el paso de los años, allá por el siglo VIII, dos nobles hermanos llamados Félix y Voto paseaban por la zona, cuando uno de ellos se precipitó al vacío, encomendándose a San Juan mientras caía , de pronto el caballo se aposentó sobre una roca y salieron ilesos, cual fue la sorpresa que en la roca se encontraron con la pequeña iglesia dedicada a San Juan, por lo que decidieron construirle un monasterio ahí.

Este monasterio es una joya del arte románico, el cual fue un  movimiento artístico que surgió en la Europa occidental y que se impuso durante los siglos XI y XII. Destacó por su temática religiosa y por la preponderancia de la arquitectura frente a la escultura y la pintura.

Este tipo de arte es típico de las zonas rurales europeas y destacan monasterios, iglesias y ermitas rodeadas de cementerios medievales que nos trasladan a un entorno de paz y tranquilidad, alejadas del bullicio de las ciudades y en perfecta armonía con la naturaleza; estos eran perfectos para que los monjes los edificaran con el fin de la meditación y la vida rural.

Lo impresionante de este monasterio es su construcción al abrigo de una inmensa roca en medio de la fría montaña. Teniendo en cuenta las dificultades de la época, fue una proeza arquitectónica  su construcción. Cuenta con una amplia iglesia, ermita, zona de dormitorios de la época y un pequeño claustro ornamentado por capiteles con motivos religiosos de única belleza y diseño.

Fue acá donde surgió el reino de Aragón y cuenta con un cementerio real donde descansan los restos de los reyes  Ramiro ISancho RamírezPedro I, junto con sus esposas, fundadores de Aragón y reyes del Reino de Navarra.

Cabe destacar que el hecho de estar construido bajo la roca, no solo los protegía del frio invierno, sino también de los ataques por parte de musulmanes que en aquellos años conquistaban la zona.

Pasear por sus rincones, observar su arquitectura, los restos de pintura y frescos mozárabes de más de mil años, su característico ajedrezado jaqués en sus paredes, escuchar sus leyendas y descubrir en sus capiteles escenas talladas con gran esmero y precisión nos traslada a la Edad Media, donde el agitado mundo que conocemos hoy era totalmente diferente.

También, este monasterio es famoso porque albergó por muchos años el original Santo Grial, y fue el escenario de la introducción, por primera vez en la Península Ibérica, del rito litúrgico romano, seguido en toda la Iglesia de Occidente, que ponía fin al antiguo rito hispano-visigótico y, aunque su estructura ha sido víctima de incendios e intentos de saqueos, guerras y disputas entre reyes y gobernantes, su riqueza e historia viven en cada pared del Real Monasterio, una parada obligatoria cuando visite Aragón.

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