‘Hombres, los odio’: el libro feminista que causa revuelo en Francia

Pauline Harmange se está adaptando al éxito y la reacción de su primer libro, uno de los pocos títulos de Francia que sugieren un enfoque más franco del sexismo y la violencia de género.

Pauline Harmange causó sensación con su primer libro, “Hombres, los odio”, en Francia. / Foto: Ksenia Kuleshova para The New York Times

Por The New York Times
PARÍS – De no haber sido por un hombre, el debut literario de Pauline Harmange, Hombres, los odio, pudo haber pasado inadvertido.

El ensayo feminista, en el que la autora aboga por rechazar a los hombres como mecanismo legítimo de defensa contra la misoginia generalizada, se publicó inicialmente en francés en la editorial sin fines de lucro Monstrograph. Solo se imprimieron 400 ejemplares. Sin embargo, el día de su lanzamiento en agosto pasado, un trabajador del ministerio para la equidad de género de Francia, Ralph Zurmély, le envió un correo electrónico a Monstrograph desde su cuenta gubernamental.

En el correo escribió que el libro era evidentemente “una apología de la misandria”. Zurmély, quien no había leído el ensayo, lo comparó con “la incitación al odio basada en el sexo” y concluyó: “Le solicito que retire de manera inmediata este libro de su catálogo, susceptible de una acusación penal”.

La amenaza resultó contraproducente. Tan pronto como se hizo pública, Hombres, los odio se convirtió en una causa célebre en los medios de comunicación franceses y llamó la atención sobre la misandria, el desagrado hacia los hombres o la desconfianza en ellos, como un fenómeno social. Puesto que Monstrograph no pudo satisfacer la demanda, una importante editorial francesa, Seuil, ganó una licitación para reimprimir el libro, que ha vendido 20.000 copias desde entonces. También se vendieron los derechos de traducción para diecisiete idiomas. En Estados Unidos, HarperCollins lanzará el libro, traducido por Natasha Lehrer, el 19 de enero.

Mientras tanto, el ministerio francés para la equidad de género se ha esforzado por distanciarse de la amenaza de Zurmély. Una portavoz de la ministra actual, Élisabeth Moreno, señaló que “condenaba firmemente este acto aislado” y añadió que estaban reubicando a Zurmély a un puesto diferente “a petición suya”.

Para Harmange, quien apenas tiene 26 años, toda la experiencia se ha sentido como un latigazo. “Es el lanzamiento de mi carrera, lo cual me parecía un sueño casi inaccesible”, afirmó durante una entrevista en video desde su casa en Lille, al norte de Francia, en diciembre. No obstante, con la atención ha llegado el acoso en las redes sociales e insultos diarios que ahora llegan en varios idiomas.

“Hay momentos en los que me digo a mí misma que no me metí en esto para ser vilipendiada”, señaló.

Hombres, los odio comenzó en 2019 como un texto de un blog sobre el agotamiento feminista. Harmange se había graduado un año antes con una licenciatura en Comunicación y trabajaba como redactora independiente. Sus ensayos personales, sobre temas que van desde el autocuidado hasta el ambientalismo, tuvieron un seguimiento reducido pero constante, lo que la ayudó a sobrevivir a través de Tipeee, una alternativa francesa del servicio de financiación colectiva Patreon.

Los editores de Monstrograph, Martin Page y Coline Pierré, vieron la publicación y le pidieron que la convirtiera en un libro. Para Harmange, quien es voluntaria en una asociación de apoyo a las víctimas de violación, la misandria había llegado a ser el concepto que expresaba mejor su frustración con la violencia de género estructural. “Si eras feminista, te lo decían a manera de insulto”, dijo. “Digas lo que digas, en cuanto criticas a los hombres, te acusan de ser una persona misándrica. Fue entonces cuando me di cuenta de que, en realidad, así es”.

El breve y fluido volumen titulado Hombres, los odio forma parte de un resurgimiento reciente del sentimiento antimasculino en la literatura feminista francesa. Al igual que Harmange, Alice Coffin, una concejala electa para la ciudad de París, abordó el tema de la misandria en Lesbian Genius (genio lésbico), publicado por Grasset a fines de septiembre (los derechos de traducción en inglés aún no se han vendido). Si bien el libro es principalmente un recuento de su experiencia como periodista y activista lésbica, acompañado de una serie de entrevistas con periodistas estadounidenses del movimiento LGBT, hay una sección dedicada a la “guerra de los hombres” contra las mujeres. Coffin sostiene que el arte hecho por hombres es “una extensión del sistema de dominación” y escribió que ella lo evita.

La franqueza del trabajo de Coffin y Harmange ha tocado una fibra sensible en Francia. El país ha tardado en darle su lugar al movimiento #MeToo, en parte debido a la división generacional entre las feministas de mayor edad que pertenecen al grupo dominante y las activistas más jóvenes y enérgicas, que señalan la falta de progreso.

“Las feministas han dedicado mucho tiempo y energía a asegurarles a los hombres que no, en realidad no los odiamos, que son bienvenidos”, dijo Harmange. “No se ha obtenido gran cosa a cambio”.

La desilusión de las políticas francesas ha contribuido al cambio en la generación más joven. Aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró en una ocasión que la equidad de género sería “la gran causa” de su mandato, su gobierno ha sido criticado por implementar pocas políticas feministas. El año pasado, Macron nombró como ministro del Interior a Gérald Darmanin, un hombre que había sido acusado de violación.

En una entrevista en su casa de París, Coffin aseguró que los hombres han “tenido su oportunidad” para impulsar la equidad. “Podrían haber aceptado las indirectas hace mucho tiempo, pero al parecer no ha generado mucho entusiasmo”.

En ese contexto, Harmange y Coffin sostienen que poner la sororidad por encima de apaciguar a los hombres es el siguiente paso lógico. La historiadora Colette Pipon, quien escribió un libro sobre el surgimiento de la misandria en el feminismo francés en la década de 1970, la describe como una respuesta no violenta al sexismo y la misoginia, y agregó que tenía un valor estratégico para los movimientos feministas.

“A menudo, las mujeres más radicales hacen que las demás parezcan razonables y les permiten lograr un cambio”, dijo.

Algunas mujeres siguen creyendo que criticar a los hombres como grupo es más perjudicial que benéfico. En un artículo de opinión para el periódico Le Journal du Dimanche, la filósofa Élisabeth Badinter criticó el “pensamiento binario” del “neofeminismo beligerante”. Otras apoyan a Harmange y a Coffin, pero no se definen como misándricas. Rokhaya Diallo, una destacada periodista negra y activista por la equidad racial y de género, dijo en una entrevista telefónica que no quería centrar su “activismo en los hombres”.

Diallo señaló que también es más difícil para las mujeres negras seguir el ejemplo de Harmange y Coffin. “Cuando eres una feminista no blanca, se analizará el hecho rápidamente como una especie de odio hacia los hombres blancos”, señaló. “Le darán a la misandria un enfoque racial”.

La amenaza de un acoso casi constante es real. Coffin dijo que en los peores días de los últimos meses, había sido blanco de “miles y miles” de mensajes al día. Ha presentado múltiples denuncias policiales, incluidas tres por amenazas de muerte, y en un momento fue puesta bajo protección policial.

Harmange también ha recibido amenazas de violaciones y muerte. Ambas escritoras dijeron que lo peor de los abusos se produjo después de que prestigiosos medios de comunicación apoyaron las críticas a sus trabajos, como cuando un periodista de la estación de radio Europe 1 calificó los textos de Coffin como “un proyecto moral genocida” en octubre.

Como resultado, Harmange, una nativa digital que en parte atribuye a las redes sociales su despertar político como estudiante, ha tenido que tomar descansos de Twitter y ha tratado de limitarse a solo leer la plataforma “cinco minutos al día”.

Sin embargo, sus llamados a la sororidad no han pasado desapercibidos. Las expresiones de apoyo han mitigado el efecto del abuso, y Coffin señaló la “alegría” que siente al poder publicar sus experiencias como mujer y lesbiana. “El lenguaje es muy importante para liberar la mente”, afirma.

Y el hecho de que escritoras como ellas sean acogidas por el pequeño mundo editorial francés, signado por acusaciones de amiguismo y falta de diversidad, sugiere que algo está cambiando. La novelista Chloé Delaume, quien se considera misándrica, recibió el prestigioso Premio Médicis en noviembre. En una entrevista telefónica, dijo que cuando era nueva en la escena literaria en la década de 2000, la misandria era “vista como una broma”.

Harmange tiene otros tres libros programados para su publicación, incluyendo una novela que escribió antes de Hombres, los odio, titulada Limoges to Die (De Limoges a Die), que se publicará este año o en 2022, y un ensayo sobre su difícil experiencia con el aborto, un libro proyectado para 2022.

Lo más importante es que el éxito de Hombres, los odio significa que puede pagar sus deudas. Por primera vez en años, dijo Harmange, no tuvo que preguntarse si tendría que regresar a vivir con sus padres.

“Nunca he tenido el valor suficiente para ser un modelo a seguir, una mujer ‘inspiradora’”, escribió hace dos años en la entrada del blog que derivó en Hombres, los odio. Es posible que, para una generación de feministas francesas, ya se haya convertido en eso.