Por Gabriel Martínez Rivas | Editor de Rincones 360 Grados
El viaje en el Tren de Alta Montaña El Sarrio, que parte desde Panticosa, en el pirineo aragonés, es una experiencia emocionante desde el primer momento. Con el tren en marcha, los sonidos del paisaje se fusionan con las impresionantes vistas que en cada curva vamos descubriendo, hayas, abetos, robles y una gran cantidad de cascadas y manantiales que salen de la montaña.
Al llegar al Valle de la Ripera, la vista es majestuosa. Con los riscos y altas montañas cubiertas por el sol del atardecer, aquello se vuelve un deleite natural que nos recuerda lo maravillosa que es la naturaleza.
En este punto hay varios senderos que se pueden hacer y nos invitan a explorar otras zonas mágicas de este valle. Decido dirigirme hacia una cascada que se ve a lo lejos. Desde una distancia, el agua cae en un salto grande y fresco, creando un espectáculo natural que invita a admirarlo. La brisa que emana de la cascada es refrescante y nos hace sentir aún más conectados con la naturaleza.
Una de las cosas que más destaca en el valle son los caballos y vacas que pastan libremente. En cada rincón se pueden ver grupos de estos animales y el sonido de sus cencerros resuena de manera agradable al oído. Es una melodía natural que complementa el entorno y me hace sentir en un lugar especial, donde la vida silvestre y la tranquilidad se encuentran.
Mientras camino, disfruto del canto de las aves, como que llenan el aire con su música. También, a lo lejos, un águila vuela alto en el cielo, recordándome la belleza de este rincón del mundo y las maravillosas vistas que tendrá esa ave, tal como si fuera un dron de última generación.
El regreso en el tren es igualmente encantador. A medida que avanzamos, los caballos y vacas pastando en los prados se convierten en una imagen perfecta para recordar. Me tomo unas selfies con ellos, siempre cuidando de no molestar a los animales y respetando el entorno.
Sin embargo, mientras disfruto de toda esta belleza, no puedo evitar pensar en el cambio climático. Este verano, las montañas que solían estar cubiertas de nieve, ahora se ven diferentes. La falta de nieve afecta no solo el paisaje, sino también a los animales y plantas que viven aquí.
Es un recordatorio de que debemos cuidar nuestro medio ambiente. La naturaleza es un regalo que debemos proteger, no solo para nosotros, sino para las futuras generaciones. Al despedirme del Valle de la Ripera, me llevo la promesa de cuidar este lugar y disfrutar de su belleza por muchos años más.