“Soft skills”, las nuevas habilidades para la vida

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Por Gabriel Martínez Rivas
Con los grandes cambios tecnológicos e industriales que vive a diario el mundo, también se presentan grandes retos para llevarlos a cabo, retos que no necesariamente son solucionados por máquinas o programas computacionales, sino por nuestras propias habilidades y experiencias para dar respuestas a los problemas de una manera creativa y asertiva; la educación de hoy en día juega un papel muy importante para que las nuevas generaciones tomen las mejores decisiones en el desarrollo de los países.

Hablamos de las llamadas “soft skills” o habilidades blandas, las que lastimosamente desde la perspectiva de la educación del siglo pasado no recibimos, pues era un sistema que se centraba más en la parte académica y contenido curricular, dejando por un lado las habilidades del sujeto para tomar decisiones, pensar de una manera crítica e innovadora; hoy los estudios demuestran que un 85% del éxito laboral de una persona depende de estas prácticas.

Aún estamos a tiempo que desde el actual sistema escolar y familiar dotemos a los niños y niñas de dichas habilidades, pues las empresas ya no buscan solo un extenso currículo, sino también quieren personas resolutivas e innovadoras, adaptables a los cambios, que sepan desenvolverse en cualquier situación que se les presente; es decir, con un perfil “soft skills”, con destrezas fuertemente vinculadas al ámbito social y emocional.

Entre las habilidades que más destacan y las que debemos empezar a trabajar desde pequeños en nuestros hijos están: capacidad para resolver problemas, inculcar un pensamiento crítico, saber gestionar equipos, tomar decisiones, ser creativos e innovadores, que comuniquen de una forma eficaz y flexibilidad cognitiva.

En otras palabras, se trata de capacitar a nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento con facilidad a conceptos y situaciones cambiantes, novedosas e inesperadas, o a la capacidad mental de pensar en varios conceptos a la vez.

En décadas pasadas las personas más fuertes emocionalmente eran las que no expresaban sus sentimientos y emociones, hoy sabemos todos los riesgos a nivel sicológico y físico que esto trae, así que también debemos transmitir a nuestros niños y niñas la inteligencia emocional, comprender y gestionar las emociones de una forma clara y consciente, del mismo modo capacidad de negociación y comprensión, lo cual también contribuirá formar su carácter crítico.

Estas habilidades -“soft skills”- son difícilmente medibles, complejas de adquirir y necesitan un entrenamiento a lo largo de toda la vida. Para empezar, debemos dar el ejemplo, dejarlos que ellos comiencen a resolver problemas que estén a su alcance, esto quiere decir, si pierden un juguete, que asuma su responsabilidad y consecuencias, enseñarles a decir gracias y aumentar su autoestima, además de fomentar la lectura y disciplinas creativas como artes plásticas o manualidades, pintura y escritura.

También debemos asignarles responsabilidades importantes y reconocer sus logros, así como la diaria práctica deportiva. Es nuestro deber prepararlos para futuros inciertos, para toma de decisiones inteligentes, analizar, entender y evaluar debe ser la prioridad de las personas que lideraran el mundo. Mantener unas buenas relaciones humanas con su entorno y el respeto al medio ambiente es parte de estas nuevas habilidades que desde ya debemos empezar a trabajar.

La robótica educativa abre nuevos campos de aprendizaje, / Cortesía