¿Por qué la vacuna para el Covid-19 está tardando tanto?

Esta semana, investigadores de la Universidad de Oxford anunciaron que en septiembre podrían tener millones de dosis, pero los ensayos necesarios seguramente prolonguen el desarrollo hasta el año que viene.

Por ABC.es

Científicos del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford anunciaron este lunes que en septiembre ya podrían tener listos varios millones de dosis de la vacuna experimental para el Covid-19 que están desarrollando y que ha recibido el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates. De cumplirse sus expectativas, podrían adelantarse varios meses a una vacuna similar desarrollada por la compañía china Cansino.

Los responsables del proyecto también comunicaron que su candidato a vacuna ha conferido inmunidad a macacos Rhesus, un modelo animal ampliamente usado en la investigación de esta enfermedad. En concreto, seis de estos monos no mostraron síntomas 28 días después de ser inoculados.

Un candidato muy adelantado

Estos resultados favorables son un espaldarazo a uno de los candidatos a vacuna que antes podría dar frutos. De hecho, ésta es una de las seis vacunas experimentales que están siendo probadas en humanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

 

Existen otros 77 fármacos, pero se encuentran en fases previas en las que se estudia su funcionamiento tanto en cultivos celulares como en animales.

No obstante, la inmunidad en monos no garantiza la misma protección en humanos, y de hecho estos animales no sufren síntomas similares a los que padecen las personas. Por este motivo, el jueves de la semana pasada los investigadores del instituto Jenner inyectaron su vacuna a los primeros voluntarios, en un ensayo que se extenderá a 6.000 personas sanas, de entre 18 y 55 años, y cuyos primeros resultados llegarían a finales de mayo.

 

Una vacuna para el año que viene

Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de las estimaciones más optimistas sitúan la llegada de la vacuna para comienzos o mediados del año que viene, sin contar con el trabajo de producción y distribución que será necesario para vacunar a la población de forma masiva.

Por ahora, los proyectos más avanzados han obtenido como muchos resultados muy preliminares en animales de experimentación, pero ninguno ha conseguido datos que prueben la seguridad y la eficacia de los candidatos a vacunas en las personas.

 

“Una cosa es tener una idea que parece buena y otra la realidad”, ha explicado a ABC Vicente Larraga, profesor de investigación del CSIC que lleva 20 años trabajando en el desarrollo de vacunas. “Muchos candidatos se quedarán en el modelo animal por no dar protección suficiente”. De hecho, en condiciones normales la necesidad de garantizar la protección, entre otras cosas, suele extender el desarrollo de las vacunas de 15 a 20 años.

 

La gran ventaja de la vacuna de Oxford es que emplea una plataforma ya puesta a prueba en ensayos clínicos para otras vacunas experimentales para el MERS, el chikungunya, la gripe, la peste, el zika o la tuberculosis. Pero incluso así, es necesario probarlo en estudios clínicos.

 

La necesidad de hacer ensayos clínicos

“Muchas de las tecnologías usadas son nuevas y requieren ser probadas profundamente para comprobar su seguridad”, escribieron en un reciente artículo de análisis Florian Kramer y Fatima Amanat, virólogos en la Escuela de Medicina de Icahn en el Monte Sinaí, en Nueva York.

 

Los virólogos recuerdan que cuando se investigaron vacunas para el SARS, un virus que causó una epidemia en 2003 y que es altamente similar al actual, se averiguó que algunas vacunas pueden no solo no prevenir la infección, sino además empeorar la enfermedad. “Por tanto, aunque haya vacunas eficaces en animales para coronavirus similares, necesitamos asegurarnos de que las vacunas desarrolladas para el SARS-Cov-2 son suficientemente seguras”.

 

 

Protección duradera y para mayores

 

Otro punto clave es comprobar que en las personas la respuesta inmune vista en animales es duradera: “Una vacuna eficaz para SARS-CoV-2 necesitará (…) proteger en un escenario en el que el virus se hace endémico y causa epidemias estacionales recurrentes”, según Kramer y Amanat.

 

Tal como estos virólogos resaltan, también hay que afrontar el hecho de que el Covid-19 afecta más a personas mayores que a jóvenes: “Será importante desarrollar vacunas que protejan a este segmento de la población. Por desgracia, las personas mayores típicamente responden peor a la vacunación a causa de la senescencia de su sistema inmune”. Este fenómeno tampoco se puede observar en un modelo animal.

 

Por todo esto, entre otras cosas, la primera vacuna en llegar no tiene por qué ser la mejor. Florian Kramer y Fatima Amanat recuerdan que, aparte de la vacuna de la universidad de Oxford, se trabaja en estrategias muy distintas. 

 

Algunas son muy experimentales, otras están más establecidas y son más rápidas de desarrollar y otras serán más eficaces, pero requerirán más trabajo: “Todas las plataformas tienen ventajas y desventajas y no es posible predecir qué estrategia será más rápida o tendrá más éxito”, escriben. Solo el tiempo y los ensayos clínicos dirán qué vacuna será la que nos libere del azote del Covid-19.