Gabriel Martínez Rivas | Editor Rincones
La ciudad indomable.
¡Oh, tierra! Tierra mía, tierra antigua,
durísima y paterna.
Juan Eduardo Cirlot.
Cuentan los narradores de la antigua Roma, que un pueblo celtíbero en la cima de un alto cerro en las cercanías de la confluencia de los ríos Duero y Tera no permitió la conquista del Imperio, lucharon por varios meses y, aunque en este tiempo sufrieron asedio negándoles el paso de alimento y agua, éstos resistieron hasta quemar la ciudad y morir antes que rendirse y ser conquistados.
A este acto de orgullo se le conoce hoy como Resistencia numantina, pues fue el pueblo de Numancia que lucho hasta morir antes de ser esclavos. Desde Rincones hoy visitamos el yacimiento de este antiguo asentamiento Celta, después ciudad romana y hoy, un museo al aire libre donde se pueden apreciar las ruinas y la vida de lo que un día fue la valiente ciudad.
Para llegar a este punto debemos desviarnos en el pueblo conocido como Garray y subir una pendiente, donde una espléndida vista de las cordilleras y cerros de pinos nos esperan; desde el centro de visitantes nos explican la ruta y con audio guías el paseo por las ruinas se hace muy didáctico, además hay información audiovisual que nos introduce en la vida de los antiguos asentamientos.
Todavía se conservan las calles calzadas de piedra de la época romana, los aljibes, una especie de pozos que servían para la recolección de agua de lluvia; las divisiones de las casas, las cuales eran construidas de adobe y techos de paja. En la parte más pobre de lo que fue la fría ciudad vivían los campesinos y labradores, pero al bajar a la parte sur podemos distinguir casas en mejores condiciones con grandes columnas y jardines, que, según excavaciones, pertenecieron al médico y al escribano del pueblo.
La experiencia de trasladarse al pasado se vive en carne propia al adentrarnos en las casas que han reconstruido. Un hogar romano de aquellos tiempos con fogón, horno para el pan, cocina, habitaciones y cuarto de despensa nos dan una idea de las condiciones de los campesinos de la época, ya que en la casa celtíbera quizás muchos años antes de la llegada romana se ven pieles de animales, un cuarto subterráneo que funcionaba como refrigerador y el telar para fabricarse su propia ropa.
En las puertas de las casas de la antigua Numancia se podían observar figuras talladas con gran precisión y una técnica inconfundible de esta zona, el caballito numantino convertido hoy en todo un símbolo de Soria, así como el trisquel, o la esvástica, símbolos propios de esta cultura para representar a sus dioses; la visita termina en terreno, pero para completarla es necesario visitar en Soria el Museo Numantino, donde está toda la colección de las piezas que durante años se han encontrado en estos terrenos.
Dos asentamientos con mucha historias llenas de diferencias; antiguas murallas, resistencias y conquistas, luchas y fiestas, que hoy aún viven como testigos de lo que un día fue una heroica ciudad, conocida mundialmente por esta valiente resistencia, y uno de los yacimientos que más información ha dado sobre la mítica cultura Celta.